viernes, 2 de diciembre de 2011

::**::Un Grito De Amor Desde El Centro Del Mundo::**:: - ::**::Kyoichi Katayama::**:: FRASES


«Posiblemente, en la vida nos ocurra lo mismo», pensé unos años más tarde. «Una vida solitaria se hace larga y tediosa. Sin embargo, cuando la compartes con la persona amada, en un santiamén llegas a la bifurcación donde tienes que decirte adiós.»

Como se darán cuenta, he demorado mucho tiempo en subir esta publicación, pero como lo prometido es deuda, les dejo las frases de un libro donde el amor nace sin darse cuenta, es un libro que lo recomiendo con una gran expectativa para ustedes. Les encantara, los hará suspirar y no voy a negar también llorar, así que espero lo disfruten. ^^

Pero enamorarse de alguien significa pensar primero en el otro. Si yo sólo tuviera un poco de comida, querría dártela a ti. Si tuviera muy poco dinero, antes que comprarme algo que me gustara a mí, te lo compraría a ti. Y, sólo con que tú me dijeras que estaba bueno, ya se me quitaría el hambre y, si tú estuvieras contenta, también lo estaría yo. El amor es esto.

Él es reflexivo, decidido, irónico. Ella es más atractiva, tímida, temperamental y (procurando que no lo sepa nadie) terriblemente insegura. Sus nombres son Sakutarô y Aki, y son dos chicos cualquiera que experimentan ese fenómeno tan místico, tan ajeno a nuestra racionalidad que es el amor. El amor incondicional, el amor que duele, el amor que todo lo puede. Sakutarô es el encargado de narrarlo todo, y huye como puede de caer en el estancamiento de la subjetividad. Se hace cronista de su propia historia, de su propia amargura, con toda la precisión que tiene a su alcance.

El tiempo que he estado contigo ha sido corto, pero muy, muy feliz. Tan feliz que no podía serlo más. Seguro que he sido más feliz que nadie en este mundo. Incluso en estos momentos… Con eso basta

Porque Katayama ha sabido construir dos personajes que, pese a su normalidad, están condenados a ser inolvidables. Se aman, y por tanto se hacen mutuamente dependientes. Llegan a pensar que no se imaginan un mundo sin el otro con toda naturalidad. Se roza lo deprimente del asunto, aunque tarda en alcanzarse, cuando se intuye que Aki está enferma y que la esperanza de volver a vivir una relación de color de rosa es cada vez más abstracta y absurda. Las conversaciones de felicidad plena se convierten en lamentos al pie de la cama del hospital, miedo y mal presagio.

Como se ama a una persona, su ausencia se convierte en un problema, su ausencia produce dolor en la persona que ha dejado atrás. Y la tristeza siempre le lleva a uno a la misma conclusión: «La despedida ha sido dura, pero algún día volveremos a reencontrarnos».

Con todo, ‘Un grito de amor desde el centro del mundo’ es una novela interesantísima, que explora con mucha habilidad los terrenos de la irrealidad de la pasión amorosa, la pérdida de un ser querido y hasta nuestro lugar en el mundo. Muy recomendable, aún con su deplorable último tercio (casi insoportable). Atención a las conversaciones con el abuelo. Antológicas.

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FRASES

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« ¡Ojala el sueño fuera realidad y la realidad fuese un sueño!»

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Cuando regreso a la realidad desde un sueño feliz, me topo con una fisura que me es imposible franquear sin verter lágrimas. Y eso, por más veces que me ocurra, siempre es así.

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Por más maravilloso que sea el paisaje que tenga ante los ojos, nunca me emocionaré; la más hermosa de las vistas no me gustará. Ha desaparecido la persona que me hacía desear ver, saber y sentir..., incluso vivir. Ella ya no volverá a estar jamás a mi lado.

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A mí, una sola muerte me ha despojado de todas mis emociones. Aquí es donde estoy yo. Donde me encuentro sin ver nada, sin oír nada, sin sentir nada. Pero ¿estoy aquí realmente? Y si no, ¿dónde estoy, entonces?

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Sentí cómo una ráfaga de aire fresco barría de mi corazón todas las inseguridades que me habían asaltado durante los últimos tiempos

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De modo similar, mi mundo se volvió, de pronto, puro y claro. Reflexioné sobre aquella respuesta que había obtenido de una manera tan inesperada: «Sí. Ellos están celosos. Me odian porque yo siempre estoy con Aki».

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En aquella bocanada de aire había también grandes dosis de satisfacción hacia mí mismo.

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Igual que un cristal de roca que has olvidado sobre la mesa y que ahora, al mirarlo desde un ángulo distinto, empieza a lanzar unos hermosos destellos irisados.

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Si la porción de dicha que corresponde a cada uno estaba fijada de antemano, en aquellos instantes quizá estuviera agotando la parte que a mí me correspondía para mi vida entera, Y, algún día, los mensajeros de la luna me arrebatarían a mi princesa. Entonces sólo me quedaría un tiempo tan largo como la vida eterna.

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«Posiblemente, en la vida nos ocurra lo mismo», pensé unos años más tarde. «Una vida solitaria se hace larga y tediosa. Sin embargo, cuando la compartes con la persona amada, en un santiamén llegas a la bifurcación donde tienes que decirte adiós.»

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Cuando piensas que el futuro no es posible, es sorprendente lo puro que te vuelves, pero, al encontrarte vivo, renacen los deseos

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—«Días de verano, noches de invierno, dentro de muchos años, enterradme a su lado» —dijo recitando el último fragmento de memoria—. Dice: «Tú yaces aquí durante los largos días de verano y durante las largas noches de invierno. Dentro de muchos años, yo también descansaré junto a ti. Espero en paz a que llegue este día».

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La separación ha sido muy dura, pero tú y yo volveremos a estar juntos

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Y la mirada, al no topar con ningún obstáculo, se prolongaba hasta el infinito, perdiéndose en el camino de vuelta.

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Ella había huido. Al punto más recóndito del fin del mundo. Y las huellas de mis pies, que corrían en pos de ella, habían sido barridas por el viento y la arena.

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Pero ¡incluso así! Aki no estaba. Y, no estando ella, ya no había nada que decir. No había nada de nada.

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Al mirar hacia delante, a lo lejos, la frontera entre el cielo y la tierra era una neblina blanca y el horizonte era una línea vaga y desdibujada. Miraras hacia donde mirases, la vista era idéntica. Una luz brillante se vertía desde el cielo. Desde un cielo sin nubes donde únicamente había unas sutiles gradaciones de color que iban del azul marino al azul celeste.

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Pero Aki no estaba en esta conversación. Así que tampoco yo estaba. Igual que ahora, que tampoco estoy aquí. Es como si me hubiera metido por azar en un lugar que no es pasado ni presente, ni vida ni muerte. No sé cómo he venido a parar aquí. Pero aquí estoy. Yo, que no sé quién soy, en un lugar que no sé dónde está.

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Pero la muerte era otra cosa. La muerte era algo que te llegaba al final, tras haber vivido unas decenas de años y haber ido envejeciendo poco a poco.

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Un largo camino blanco que se extendía en línea recta hasta desaparecer en la distancia en medio de una luz cegadora. Hay quien llama a esto «la nada», pero nadie la ha visto. La muerte era eso

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Yo me sentía como si me hubiera tocado, a mí solamente, la parte más deliciosa del fruto que me ofrecía el mundo.

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Pero enamorarse de alguien significa pensar primero en el otro. Si yo sólo tuviera un poco de comida, querría dártela a ti. Si tuviera muy poco dinero, antes que comprarme algo que me gustara a mí, te lo compraría a ti. Y, sólo con que tú me dijeras que estaba bueno, ya se me quitaría el hambre y, si tú estuvieras contenta, también lo estaría yo. El amor es esto.

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Las personas que encuentran dentro de sí mismas la facultad de enamorarse hacen un descubrimiento más importante que los que han ganado el Premio Nobel. Y si no se da cuenta, o si no quiere darse cuenta, el ser humano es mejor que se extinga. Que haya una colisión con un planeta, o algo por el estilo, y que desaparezca pronto...

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—... y las personas que, sólo porque tienen dos dedos de frente, se creen mejores que los demás, ésos son unos imbéciles. A esos tipos me entran ganas de decirles: «¡Pues mátate estudiando si es lo que quieres!». Lo mismo pasa con ganar dinero. Quien sirva para eso, pues que no haga otra cosa en su vida. Y con lo que gane, que nos mantenga a todos.

Pero, hasta entonces, vivamos para el amor.

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Conque estabas colada, ¿eh?

—Sí. Entonces yo era una criatura que no sabía lo que es el amor.

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La luz que se filtraba a través de las cortinas flotaba en la habitación como si fuera polvillo de alas de mariposa

Su expresión cobró un poco de vida y, luego, sus párpados se abrieron como un pajarito que canta.

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Entonces Aki, de repente, sepultó la cara en mi pecho. Y empezó a sollozar como un niño pequeño. Fue algo inesperado. Me sorprendió, me dejó perplejo. Era la primera vez que la veía llorar. Aquella inestabilidad emocional no sabía si se debía a la enfermedad o si era un efecto secundario de la medicación. Pero yo, aquel día, por primera vez, tomé conciencia de la gravedad de su estado

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Me gustaría estar en tu lugar.

—Si supieras lo duro que es, no lo dirías.

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—¿Crees que también hay alguna razón para la muerte de las personas? —pregunté yo.

—Sí.

—Entonces, si hay una razón o un propósito, ¿por qué queremos escapar a ella?

—Porque aún no podemos entenderla bien.

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—Porque al morir todo acaba, ¿no? Y si no existe un después, es imposible que la muerte tenga un sentido.

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—¿Sabes? Creo que lo que tenemos en el presente lo comprende todo —dijo ella al final, escogiendo cuidadosamente las palabras—. Ahí está todo, no falta nada. Por lo tanto, no hay ninguna necesidad de pedir lo que nos falta a Dios ni de buscarlo en el otro mundo o en el paraíso. Porque ya existe. Y creo que lo más importante es, precisamente, buscarlo —hizo una pausa—. Y lo que no existe, aquí y ahora, tampoco existirá después de la muerte. Sólo lo que hay, aquí y ahora, lo seguiremos teniendo después de muertos. ¿Me entiendes? Es que no sé expresarme bien.

—Mi amor por ti existe aquí y ahora y, por lo tanto, seguro que existirá después de la muerte —proseguí su razonamiento.

—Sí, exacto —asintió Aki—. Eso es lo que quería decir. Por eso, no tiene ningún sentido entristecerse o tener miedo.

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¡De qué manera tan veloz, tan trágica, transcurría el tiempo! La felicidad era como aquellas nubes que cambiaban de apariencia a cada instante. Brillaban doradas, o se teñían de gris, sin permanecer más que un momento en el mismo estado. Las horas más radiantes pasan de largo veloces, como un capricho o como una broma.

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Si Aki se curaba, yo me ofrecía en su lugar. Mi preocupación por Aki era tan grande que yo había dejado de importarme. Del mismo modo que la luz del sol oculta otras estrellas.

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Yo también sufría, pero mi dolor no era más que un vano intento de experimentar el suyo.

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Mientras tú estás aquí, todo va bien. Pero una vez que te has ido a casa, después de cenar, cuando se acerca la hora de apagar las luces, me entra un pánico terrible, no sé, como si no pudiera seguir más aquí.

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—¿Sabes? Aún no me imagino que me vaya a morir. Pero la verdad es que ya tengo la muerte delante de los ojos.

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De pronto, sentí el impulso de marcharme a alguna parte. Lejos, a algún lugar donde pudiera olvidarlo todo. El camino que, pocos meses atrás, solía recorrer con ella, ahora lo estaba recorriendo solo. Y la premonición de que jamás volveríamos a recorrerlo juntos la sentí como una certeza innegable.

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Tengo muchas ganas de huir y, sin embargo, ya no sé de lo que estoy huyendo.

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Te tengo delante todos los días, no me hace ninguna falta soñar contigo.

Aki abrió los ojos en silencio. No había en ellos sombra de miedo o inquietud. Sólo rebosaban paz, como las aguas de un lago oculto en las profundidades de un espeso bosque. Y, con idéntica serenidad, me preguntó:

—¿Y si dejaras de tenerme delante?

No respondí. No podía. Esta posibilidad estaba fuera de los límites de mi imaginación.

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Es decir que, desde que nací, no ha habido un solo segundo en que tú no hayas estado en este mundo.

—Sí, eso parece.

Nací en un mundo en el que tú ya estabas.

Ella frunció las cejas con aire de apuro.

A mí me es totalmente desconocido un mundo en el que tú no estés. Ni siquiera sé si existe o no.

No te preocupes. Aunque yo desaparezca, el mundo seguirá existiendo

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Esperaba a que tú nacieras —dijo Aki, poco después, con voz reposada—. Te estaba esperando, sola, en un mundo en el que tú no estabas.

—Sólo una semana. ¿Y cuánto tiempo crees que tendré que vivir yo en un mundo sin ti?


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El tiempo que he estado contigo ha sido corto, pero muy, muy feliz. Tan feliz que no podía serlo más. Seguro que he sido más feliz que nadie en este mundo. Incluso en estos momentos… Con eso basta

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No, qué va. Pido muchísimo —respondió—. Lo que pasa es que no quiero perder esa felicidad. Tengo la intención de llevármela conmigo, vaya a donde vaya, y para siempre

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Ningún futuro se abría ante nuestros ojos. Sólo el presente, extendiéndose hasta el infinito

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—Te espero —Aki esbozó una sonrisa fugaz—. No hace falta que te des prisa. Aunque no esté aquí, yo siempre estaré contigo.

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Encuéntrame otra vez, ¿vale?

—Te encontraré enseguida.

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«Se ha ido dejando sólo unos recuerdos como un muro de cristal que se yergue.»

Y el cielo brillaba como si hubieran esparcido por él incontables pedacitos de cristal.

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Por ella hubiese querido hacer eso. Por ella hubiese querido hacer aquello. Sólo acudían a mi mente, uno tras otro, pensamientos de este tipo, y después se iban borrando como el aguanieve que me azotaba la cara.

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Y cuando los últimos jirones se fundieron con las nubes grises y el humo dejó de verse, sentí un terrible vacío en mi corazón.

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Vivir la vida cotidiana, día tras día, era un suicidio del alma y una resurrección perpetuas. Cada noche, antes de dormir, deseaba no volver a despertarme. Al menos, no volver a despertarme en un mundo sin Aki. Y, sin embargo, al llegar la mañana, abría los ojos en un mundo vacío, helado, donde ella no estaba. Y volvía a resucitar como un Cristo sin esperanza.

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Cada vez que acudían a mi mente recuerdos de este tipo, el corazón me escocía como si los rayos del sol del verano me abrasaran la piel.

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Había perdido por completo el sentido de que algo proseguía, crecía y se formaba, el sentido de que las cosas cambiaban.

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Para mí, la vida era una simple sucesión de instantes. Sin futuro, sin perspectiva alguna abriéndose ante mí

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Y el pasado estaba sembrado de recuerdos que, sólo tocarlos, me hacían sangrar. Los tocaba, vertiendo sangre. ¿Acallaría aquella sangre derramada coagulándose y formando una costra dura? ¿Llegaría, tal vez, un momento en que, al recordar lo que había vivido junto a Aki, dejara de sentir algo

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Debe de ser porque ya amabas a esa persona antes. No es que la separación o la ausencia sean, en sí mismas, tristes. El amor hacia esa persona, que ya existía previamente, es el que hace tan dolorosa la separación y el que te hace perseguir su recuerdo con nostalgia. Y ese dolor nunca desaparece. ¿No se puede afirmar, por lo tanto, que el dolor y la tristeza no son más que una manifestación parcial de esa gran emoción que es nuestro amor por alguien?

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Como se ama a una persona, su ausencia se convierte en un problema, su ausencia produce dolor en la persona que ha dejado atrás. Y la tristeza siempre le lleva a uno a la misma conclusión: «La despedida ha sido dura, pero algún día volveremos a reencontrarnos».

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Sentía aquello que había volado hacia la tierra roja como si fueran pedazos de mi propio cuerpo. Ya no podría volver a recuperarlo jamás, como a mí mismo.

Tenía la sensación de pasarme el día anhelando cosas que no podían hacerse realidad.

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Sucede a veces que una mañana, de improvisto, encuentras, en el sitio donde lo dejaste, algo que perdiste mucho tiempo atrás. Bonito, con idéntica forma a la que tenía. Y aún parece más nuevo que cuando lo perdiste. Como si alguien desconocido te lo hubiera estado guardando con amor.

::**::***::***::^^


2 comentarios:

LUNA ZENEMIJ dijo...

espero les guste ^^

Anónimo dijo...

Que lindo libro :) definitavamente tenes mucho talento sigue adelante conociendo más al mundo y a las personas su forma de amar y sentir
Cuidate nunca dejes de leer y escribir lo haces muy bien.

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Los textos o frases publicados en este blog, (excepto cuando cito algún párrafo o frase de un autor y del cual aparece firmado con su nombre son de mi autoría, agradecería que no sean copiados sin más; si te apetece compartirlos no tengo ningún problema, siempre que se cite la autoría.

^^ Esto es algo muy importante ^^

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** COSAS DE LUNA **

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guayaquil, Ecuador
Este blog está dedicado a todas aquellas personas que le gusta leer, y permiten que la lectura les transporte a otro mundo, que reír y llorar por las ocurrencias de los personajes es tan normal, que muchos recordamos en los momentos menos pensados una situación de ellos y los hacemos de nosotros, para los que en algún momento quisimos estar en el libro y poder desquitarnos del personaje que nos cae mal, para los que decimos este es el mejor libro que me he leído y en esa lista tenemos a muchos, y si llegasen a preguntarnos cuál es el mejor, no sabríamos a cual elegir ya que es mucho más que un libro, de los que estamos pendientes de nuestros escritores favoritos para leer sus nuevas publicaciones, a los que nos gustaría saber ingles a la perfección para poder leerlos antes que cualquiera, y hay tantas cosas que quisiéramos saber. Este blog es para TI de parte de MÍ ^^