sábado, 3 de marzo de 2012

::**:: Frases de RECUERDOS PRESTADOS de Cecelia Ahern ::**::

hola chic@s..... hoy les voy a compartir las frases de un libro muy lindo que leí hace un tiempo (disculparan mi falta de tiempo). ^^

«¿Qué le dices a alguien cuya vida has salvado? Di algo pro­fundo. Algo divertido. Algo filosófico.» —¡Me alegra que vivas! —grita.

Recuerdos Prestados de Cecelia Ahern 

Por los nuevos comienzos. Por la búsqueda de... lo que sea.

^^¿Qué era, me preguntaba, lo que en­tonces teníamos que cupiera reavivar? ¿Qué podía hacer a dos personas prometerse mutuamente pasar juntos cada día del resto de sus vidas?... Ah, ya sé. Era una cosa llamada amor. Una simple palabra. Si no significara tanto, nuestro matrimonio sería intachable.^^


Como sabran adoro a Cecelia Ahern, me gusta todas sus historias y es que siempre te cautivan desdes el primer momento hasta el final, y siempre te quedas pidiendo mas... mas...
Esta historia trata de Joyce quien sufre un terrible accidente, que deja su vida en un campo minado y su matrimonio hecho pedazos, lo mas emocionante sucede cuando empieza a recordar sucesos de los cuales ella es ajena, sabe todo sobre arte cuando en realidad ella nunca ha leido o ha visto una clase sobre museos o épocas renacentistas. Conoce bien las callejuelas de París, ciudad que jamás ha visitado, y sueña con una niña rubia cuya identidad ignora... aquí es donde entra a su vida Justin, un experto en arte, se cruzarán una y otra vez en esta entrañable y mágica historia. No podemos dejar de lado a su padre y a sus amigas que juegan un papel muy importante en toda esta historia (hay una parte en la cual ella decide viajar por avión con el papa, para ver la obra de teatro de la niña rubia, el nunca se había subido a un avión, se imaginaran todo lo que tuvieron que pasar, me reí :) hasta decir basta)


FRASES 

ESPERO LES GUSTE ^^

Cuanto más tiempo mantenga los ojos cerrados, más durará todo como antes. La bendición de la ignorancia.

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¿Qué era, me preguntaba, lo que en­tonces teníamos que cupiera reavivar? ¿Qué podía hacer a dos personas prometerse mutuamente pasar juntos cada día del resto de sus vidas?... Ah, ya sé. Era una cosa llamada amor. Una simple palabra. Si no significara tanto, nuestro matrimonio sería inta­chable.

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Pero lo que mi mente le estaba diciendo a gritos era que la gente nunca se cansa de interpretar papeles y disfrazarse, por más años que pasen. Ahora nuestras mentiras sólo son más sofis­ticadas; nuestras palabras para engañar, más elocuentes. De indios y vaqueros, médicos y enfermeras, a marido y esposa, nunca he­mos dejado de fingir.

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Luego me echo a llorar y siento tal pérdida dentro de mí que es como si nunca fuera a estar llena otra vez. Prefiero la ira. La ira es mejor; la ira me enciende y me llena y me da algo a lo que aferrarme.

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Hay algo desconcertante en que te obliguen a mirarte a ti misma cuando no estás dispuesta a aceptar algo, algo descarnado y real de lo que no puedes salir huyendo.

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Puedes mentirte a ti misma todo el tiempo que quieras pero cuando te miras a la cara, bueno, sabes que estás mintiendo

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Sin embargo, el espejo me ha dicho: no puedes saberlo todo mirándome. Nunca puedes saberlo todo de alguien mirándole.

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la casa donde crecí, aunque lo cierto es que nunca terminamos de crecer, conti­nuamente aprendemos, y cuando vuelvo allí es como si regresara a mi juventud.

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Abro la boca y grito. Grito desgañitándome, grito lo más fuerte que puedo. Es un grito profundo y grave y lleno de angus­tia. Vuelvo a gritar y sostengo el grito hasta quedarme sin resue­llo. Un grito tras otro desde la boca del estómago, desde lo más hondo de mi corazón. Suelto unos alaridos rayanos en la risa, teñidos de frustración. Grito y grito hasta que me falta el aire y se me irrita la garganta

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Parecemos dos viejos amigos que se encuentran al cabo de años sin verse; tantas cosas que contar pero ni la más remota idea de por dónde comenzar.

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Necesito que me escuche y que no intente solucionar nada; quiero que sepa que no intento estar guapa ni atractiva sino, por una vez, ser tal como soy.

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Quiero decirle cómo me siento cuando me obligo a mirarme en el espejo y me estudio el cuerpo que ahora siento como un caparazón.

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Por los nuevos comienzos. Por la búsqueda de... lo que sea.

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Es curioso cómo las personas enmarcan su vida, los puntos de referencia que eligen para decidir qué momento es más importante que cualquier otro. Pues la vida está hecha de ellos. Me gusta pensar que los mejores están en mi mente, que fluyen con mi sangre en su propio banco de memoria para que no los vea nadie más que yo.

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Papá nunca va a ninguna parte; una vida sin mamá, decidió hace tiempo, es suficiente viaje para él.

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Le gustaba recordarse a sí mismo que su mundo no se había desmoronado por completo. A veces todos necesitamos tanto pegamento como podamos conseguir, sólo para no caernos a pedazos.

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pasó más días de su vida esperando a mamá que estando realmente con ella, que cada segundo que pasó esperándola y fi­nalmente recordándola compensa con creces todos los momen­tos anteriores.

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Y agradable está bien cuando va acompañado de otras cosas, pero no cuando viene solo.

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¿qué pasa si no eres feliz nunca?

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—La nube del divorcio me ha impedido entrenar.
—¿La nube del divorcio?
—¿Nunca has oído hablar de ella? —Al, incapaz de hablar, menea la cabeza y la papada le tiembla como a un pavo—. La nube adopta la forma de tu cuerpo y lo envuelve bien prieto de modo que apenas puedes moverte, ni respirar, ni hacer ejerci­cio. Ni siquiera tener una cita y mucho menos acostarte con una mujer.
—Tu nube del divorcio se parece a la nube de mi matrimonio.

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fingiendo que todo es como siempre ha sido y siem­pre será. Un mundo sin fin.

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Tengo el gran mando a distancia de la vida en mis manos y estoy lista para em­pezar a pulsar botones.

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Casi deseo alargar los brazos e intentar agarrar los minutos y segundos, como si pudiera detenerlos, igual que una niña atrapando pompas de jabón. El tiempo no puede rete­nerse pero se diría que papá, de un modo u otro, lo hace.

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A decir verdad, eso es lo que todos hacemos, entretenernos llenando el tiempo de que disponemos aquí, sólo que nos gusta darnos im­portancia.

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Así que esto es lo que haces cuando todo se ralentiza y los mi­nutos transcurren lentamente: te lo tomas con calma, respiras despacio, abres bien los ojos y lo miras todo. Lo asimilas todo.

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Haces un refrito de viejas historias, te acuerdas de personas, mo­mentos y lugares de antaño, hablas sobre esas cosas. Te detienes y te tomas tu tiempo para fijarte y hacer cosas que importan. Des­cubres las respuestas que no supiste encontrar en el crucigrama de ayer. Te tomas las cosas con más tranquilidad, dejas de intentar hacerlo todo enseguida, ahora mismo, sin más demora. Retienes a las personas que caminan detrás de ti sin importarte en absolu­to, notas que se impacientan porque te pisan los talones pero man­tienes el paso. No permites que nadie te imponga su velocidad.

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No puedes decir nada cuando estás sonrien­do, es tan imposible como silbar y sonreír al mismo tiempo

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Saco otra fotografía mental de papá sentado a mi lado, cantando con los ojos cerrados y dos cuernos en lo alto de la cabeza.

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Una parte de él tan cercana que casi se siente impulsado a salir corriendo y atra­parla. Ahora mismo, echar a correr parece una buena idea, pero el problema es que no sabe qué o a quién desea atrapar.

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Sólo quiero saber quién es esa persona. Siento que me falta una parte de mí y necesito saber dónde recuperarla.

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Tal vez no tengas muchas cosas por las que vivir, pero, por el amor de Dios, te debes a ti misma el vivirlas.

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Pero la mayoría de las veces, las decisiones fáciles son las erróneas, y en ocasiones sentimos que vamos hacia atrás cuando en realidad estamos avanzando.

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Perfer et obtura; dolor hic tibí proderit olim.
—«Sé paciente y resiste; algún día este dolor te será útil

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pero no se lamente por eso. Es verdad que ha perdido algo, pero, ojo, ahora tiene algo que nunca antes había tenido. No sabría decirle qué es exactamente, pero, sea lo que sea, me parece que no es malo.

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Y cada día la extraño más que el día anterior

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Me ha sido dado algo... O más bien, algo muy especial ha sido compartido conmigo. Es completamente inexplicable y no tiene ningún sentido

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En mis tiempos, las cosas simplemente eran —prosigue pa­pá—. No nos poníamos a analizarlas cien veces. Nada de cursos universitarios donde la gente se licencia en «porqués» y «cornos». A veces, cielo, sólo tienes que olvidar esas palabras y matricularte en una asignatura menor que se llama «gracias»

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Lo que antes estaba claro se ha vuelto confuso y lo que consideraba ex­traño ha devenido una posibilidad.

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Es en momentos difíciles como éstos cuando las personas ven claro, aunque los demás las observan con preocupación y procuran convencerlas de que no puede ser así.

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Si la mente está cansada es precisamente porque carga con todas sus nuevas ideas.
Cuando aquellos que superan sus problemas y al llegar al otro lado de súbito abrazan sus nuevas creencias sin reservas, los demás los contemplan con cinismo. ¿Por qué? Porque cuando tienes problemas buscas respuestas con más ahínco que quienes no los tienen, y son estas respuestas las que te ayudan a seguir adelante.

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Las respuestas están justo ahí, delante de tus ojos. Pero si no tienes un motivo para buscar­las, lo más probable es que nunca las encuentres.

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Ese día... ése fue el día en que ate­rricé. El primer día del resto de mi vida

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Se me ocurre pensar en lo cercanas que están la alegría y la pena. Tan estrechamente ligadas, separadas por una línea muy fina, una divisoria como un hilo que en medio de las emociones tiembla, desdibujando el lindero entre territorios opuestos.

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Lágrimas de tristeza me corren por las mejillas mientras la barriga sigue convulsionándose y doliéndome de felicidad.

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Basta con un comentario para que todo cambie en el acto. Pienso en cómo el amor y la gue­rra se sostienen sobre los mismos cimientos. En cómo los mo­mentos más oscuros, los momentos de más miedo, se convierten en los de más valentía si me enfrento a ellos. Cuando te sientes más débil que nunca terminas demostrando más fuerza, cuando estás en lo más bajo de repente subes más alto de lo que jamás has estado. Esos opuestos son colindantes y es muy fácil alterarlos. La desesperación puede alterarse por una simple sonrisa de un desconocido; la confianza puede convertirse en miedo por la lle­gada de una presencia molesta

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Todo está al borde, siempre a ras de la superficie, una leve sacudida, un temblor, hace que las cosas caigan. Tan semejantes son entre sí los sentimientos.

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 Gracias

Gracias… por salvarme la vida

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Tendida boca arriba, contemplo el cielo. Tumbadas boca abajo, las nubes me devuelven la mirada.

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«¿Qué le dices a alguien cuya vida has salvado? Di algo pro­fundo. Algo divertido. Algo filosófico.» —¡Me alegra que vivas! —grita.

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Lo cotidiano, lo ordinario, lo mundano es lo que man­tiene el motor en marcha. Qué extraordinario es lo ordinario en realidad, una herramienta que todos usamos para seguir adelante, una pauta para la cordura.
Le transporta como el oír una vieja canción de juventud, cuando la nos­talgia, como la marea, sube y te alcanza en la arena, tirando de ti hacia el agua cuando menos lo esperas, a menudo cuando menos lo deseas.

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Como si fuese un cuadro en una galería, la propia palabra dicta la altura a la que debe ser ex­puesta, el ángulo desde el que hay que acercarse y la posición desde donde se contempla mejor. Ahora ha encontrado el ángu­lo correcto. Ahora ve el peso que tiene, como el de una paloma, y el mensaje que transmite, una ostra con su perla, una abeja defen­diendo a su reina y su miel con el aguijón a punto. Transmite determinación, tiene la fuerza de la belleza y la pólvora. Más que una educada expresión repetida mil veces a diario, «gracias» ahora tiene significado.

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Lo veo volar a lo lejos, aún visible como una mota de polvo sobre el cielo azul pálido, y dejo de llorar.

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Aun siendo un estilo uniforme de escritura, cada persona tenía el suyo propio. Una lección que me enseñó que el conformismo quizá no significaba lo que yo creía, pues existen muchas maneras de ex­presarse en un mundo con límites sin necesidad de traspasarlos.

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No pensamos en poner remedio a las corrientes de aire de nuestro matrimonio; silbaban a través de grietas cada vez más grandes mientras ninguno de los dos prestaba atención, hasta que una mañana ambos nos despertamos con los pies fríos.

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¿Me ocompañas?
Justin
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—Cuando eras niña —sonríe—. En el mundo de la jardinería los llamamos «líneas de deseo». Son caminos y senderos que la gente hace por su cuenta. Tú siempre has evitado los caminos que otras personas han abierto para ti, cielo. Siempre has ido por tu propio camino, aunque al final llegues al mismo punto que todos los demás. Nunca has seguido la ruta oficial.

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siempre recortando en las esquinas, creando senderos es­pontáneos, mientras que yo seguía las rutas fijadas y recorría el camino más largo.

Supongo que el deseo no es lineal. No existe un camino directo para llegar a lo que deseas.

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Cuanto más sola me siento, más esperanzas abriga mi cora­zón. Aún puede venir. Aún es posible que sienta que esto es im­portante para él y para mí

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He reparado en que nadie asu­me la responsabilidad de sus actos. No fue la escalera, fui yo. Iba con prisa. Fue culpa mía. Así de simple. Es algo que me costará mucho perdonarme, ya que nunca lo podré olvidar.
Tal vez haya ido con prisa a lo largo de toda mi vida, lanzán­dome de cabeza a las cosas sin meditarlas previamente, corriendo a lo largo de los días sin reparar en los minutos.
Tampoco es que cuando aflojaba la marcha y planeaba las cosas obtuviera resulta­dos mucho más positivos.
Pero tampoco entiendo la mayoría de las cosas normales que ocurren a diario.

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Alguien ha caldeado el mundo entero para mí. Qué amable. Doy gracias más allá de las nubes.
Le envío un beso a papá y comienzo a caminar despacio. Noto que me está observando, y también noto los ojos de mamá, mientras bajo por el sendero del jardín y acorto por el césped, siguiendo la línea de deseo que tracé de niña, hasta la acera que conduce lejos de la casa donde me crie.
Aunque, esta vez, no estoy sola.


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 Gracias

Gracias… por salvarme la vida
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Este blog está dedicado a todas aquellas personas que le gusta leer, y permiten que la lectura les transporte a otro mundo, que reír y llorar por las ocurrencias de los personajes es tan normal, que muchos recordamos en los momentos menos pensados una situación de ellos y los hacemos de nosotros, para los que en algún momento quisimos estar en el libro y poder desquitarnos del personaje que nos cae mal, para los que decimos este es el mejor libro que me he leído y en esa lista tenemos a muchos, y si llegasen a preguntarnos cuál es el mejor, no sabríamos a cual elegir ya que es mucho más que un libro, de los que estamos pendientes de nuestros escritores favoritos para leer sus nuevas publicaciones, a los que nos gustaría saber ingles a la perfección para poder leerlos antes que cualquiera, y hay tantas cosas que quisiéramos saber. Este blog es para TI de parte de MÍ ^^